
La atención socio-sanitaria, tanto en el ámbito domiciliario como el institucional, se convierte en un recurso indispensable que permita a las personas en situación de dependencia y a sus familias cuidar de su salud e incrementar su calidad de vida.
Durante las últimas décadas en nuestra sociedad estamos siendo testigos de una serie de profundos cambios poblacionales, culturales y socio-económicos que repercuten de manera significativa en la estructura, en los hábitos y en las necesidades de nuestras familias.
La incorporación masiva de la mujer al trabajo, la adquisición y la modificación de roles que se producen en el núcleo familiar, las características y las exigencias de la organización laboral y empresarial, el proceso de urbanización, los avances en la medicina y el incremento de la esperanza de vida, entre otros, generan la emergencia de una serie de necesidades que desembocan en complicadas situaciones familiares.
Se trata de una situación de carácter dinámico y creciente, en la que los nuevos estilos de vida sumergen, tanto al hombre como a la mujer, en una vorágine de obligaciones que comprometen su tiempo y dificultan su labor como cuidadores de los componentes familiares que precisan de mayor atención, dedicación y cuidados.
La conjunción de todos estos procesos da lugar al desarrollo de una serie de consecuencias claramente definidas: cada vez existen más personas que precisan de cuidados específicos, es frecuente la sobrecarga familiar y desaparece de manera paulatina el apoyo no formal en la familia.
Estas personas que, debido a su vulnerabilidad, precisan de un sistema de apoyos extenso, para desempeñar las actividades de la vida diaria, ejercer sus derechos de ciudadanía y acceder a los bienes que le ofrece la sociedad, se encuentran en situación de dependencia y sitúan a sus familiares en una situación de similares circunstancias.
Por esta razón, se hace necesaria la planificación y el desarrollo de medidas que permitan a aquellas personas que tienen personas dependientes a su cargo, consigan conciliar sus compromisos sociales y laborales con su vida personal y familiar.